jueves, 18 de noviembre de 2010

El ejemplo democrático de una manifestación I

Artículo de Antonio Guerra, responsable de "El Socialista" en tiempos predemocráticos


"Por razones más personales que objetivas hace años que prometí no volver al periodismo, un oficio que ha ocupado más de cuarenta años de mi vida. Sin embargo, este prolongado exilio se interrumpió hace poco por causa de mi buen amigo y compañero Paco Rosell. El director de este periódico me pidió unas líneas a la muerte de José María Javierre, algo a lo que no podía negarme por motivos de amistad y agradecimiento. Hoy vuelvo por un motivo familiar: Tengo dos hijos funcionarios, uno en la Junta de Andalucía y otro en el Ayuntamiento.

A los dos los he visto trabajar durante años, hasta altas horas de la madrugada, en la preparación de las oposiciones; los he visto insistir con esfuerzo y entusiasmo en las distintas convocatorias, hasta conseguir el puesto, después de renunciar a muchas horas de sueño y a diversiones propias de su edad.

Uno de ellos, tras terminar la carrera de Derecho, con un aceptable expediente, ha insistido en nuevas oposiciones hasta alcanzar el nivel máximo en su dedicación a la Función Pública. Le gusta (o más bien le gustaba) su trabajo como funcionario y era feliz en ese interesante rompecabezas que por lo visto presenta la Administración en su faceta ejecutiva. Me lo he encontrado el otro día en plena protesta de los funcionarios. Ya saben que los padres leemos en los gestos de los hijos su estado de ánimo. Estaba hecho polvo.

No hay peor cosa que ver a una persona honrada y cumplidora tratada injustamente, humillada por los sinvergüenzas de turno que han hecho de la política un régimen sectario y prevaricador en beneficio de un partido. Un régimen político que empieza a considerarse vergonzoso por muchos miles de andaluces. Más vale tarde que nunca.

No crean que este comentario sobre la manifestación de 30.000 funcionarios, llegados de todos los rincones de Andalucía sin que nadie les pague el viaje y el bocadillo, es sólo el lamento de un padre dolido, aunque también. Esta protesta ha sido un ejemplo de civismo, y hasta de buen humor, lo queme ha hecho pensar que en Andalucía se empieza a entender lo que es la verdadera democracia. Y, si esto es así, la cuestión deja de ser la queja de un padre para formar parte del periodismo de denuncia, gracias al cual tantos políticos han sido retirados de la circulación por apropiaciones indebidas por parte de ellos o sus señoras.

Volvamos a la manifestación. Ni un insulto. Ni una voz fuera de tono, ni la más mínima alusión a ningún partido político, y ni siquiera la petición de un aumento salarial, a pesar de las injustas rebajas que los manifestantes han sufrido por motivo de la crisis. Sólo se percibía la emoción que contagia el grito de la verdad cuando está respaldado por un comportamiento valiente y cargado de razón. Las personas ajenas al entramado policial de la Administración socialista no pueden imaginar el valor y la entereza que hacen falta para que 30.000 mujeres y hombres se lancen a la calle sin temor a las represalias. Por esta razón, el ejemplar comportamiento democrático de los funcionarios andaluces es posible que vaya más allá de la consecución de sus objetivos, porque significa una nueva dinámica, un despertar en Andalucía que puede acabar con un régimen de treinta años, que se ha servido de trampas y no pocos subterfugios paramantenerse en el poder.

La protesta de los funcionarios se enfrentaba a un decreto –que se comentará en una próxima entrega– por el que se pretende blindar en la Administración Pública autonómica un puesto de trabajo, para toda la vida, a 22.000 sociolistos sin el mínimo esfuerzo ni el reconocimiento de ningún mérito. La única aportación de estos afortunados del favor político por decreto consiste en ser militantes o simpatizantes sumisos del PSOE, o amigos de algún señorito del poder regional. Igual, exactamente igual, que los gañanes de los antiguos cortijos andaluces.

Es lógico que, en un número tan elevado de trabajadores, también los haya competentes. Incluso que no hayan accedido al puesto de trabajo por el indecoroso nepotismo del Puño y de la Rosa (Torres). Pero ninguno de ellos podrá negar en el resto de su historia laboral, que han accedido al puesto de funcionario, o lo que sea, por la puerta falsa y en detrimento de unos empleados que consiguieron su trabajo mediante un gran esfuerzo, que después han continuado con una ejemplar dedicación a los servicios públicos de nuestra región. Por favor, no se confunda –como ya empiezan a hacerlo, miserablemente, algunos beneficiados del enchufe y los mal llamados sindicatos mayoritarios- a este tipo de funcionario honesto y cumplidor con aquellos otros que se unieron al carro dominante del partido político en el poder, y convirtieron su actividad funcionarial en carrera política, haciendo de soplones o sicarios del PSOE, antes de proteger con dignidad la independencia que les confieren las disposiciones estatutarias del funcionariado.

Estuve en la manifestación. No les hablo de oídas. Y miente con mezquindad el presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, cuando culpa a los manifestantes de ser transmisores de las propuestas del PP. Estuve allí y puedo afirmar que ni una sola voz ni pancarta aludió a ningún partido político para bien o para mal. Incluso hablé con algunos conocidos manifestantes que militan o simpatizan con la izquierda o están muy cercanos a ella. Sólo reclamaban, con toda dignidad y la fuerza de la razón, la regeneración que merecen por ley los funcionarios públicos, como ha señalado con acierto Javier Caraballo en su artículo Mar de fondo (EL MUNDO 15.11.2010), que no deben perderse los que quieran conocer con propiedad las entrañas del problema.

Las declaraciones de Griñán, politizando arteramente la actitud pública de estos funcionarios, al considerarlos portavoces del PP, muestra la pobreza de un talante político miserable y mentiroso. Cuando en política se recurre a la mentira es porque faltan los argumentos y las razones que terminan sustituyéndose por la demagogia. Una pena. Porque la llegada al poder de Griñán, por un procedimiento poco democrático, supuso un cierto alivio para muchos andaluces ante sus primeras declaraciones, que parecían alejarle de la política sectaria y dictatorial que padece nuestra región desde hace treinta años.

Después, José Antonio (¡presente!) Griñán está haciendo buena a la satrapía chaviana que lo puso a dedo en donde está, hasta que ha superado con creces todos los niveles de incompetencia muy por encima del principio de Peter. El pobre Griñán no acierta nunca, en medio de una ristra interminable de errores y torpezas. Lo único que falta, ante su fracaso político y su total inutilidad como presidente de la Junta, es que ahora quiera quitarse de encima las graves consecuencias de su decretazo culpando a los funcionarios de ser mensajeros del PP.

¿Les cortará también las manos, como en las antiguas tiranías, por no traerle buenas noticias a su Palacio de San Telmo?"

Antonio Guerra. porandalucialibre.com 18/11/10

2 comentarios:

  1. ¿Ni un insulto? ¿Ni una sola salida de tono?

    Pues yo creo que si los hubo, ¿o acaso no es insulto catalogar de "enchufados" a todos y cada uno de los trabajadores contratados laborales? De los 20.000 trabajadores de los que se habla también son honrados, también trabajan hasta altas horas de la madrugada y también están hundidos por las críticas, infundadas, vertidas sobre ellos y sobre sus funciones.
    Estas acusaciones, hechas desde el amparo de una masa, se han afectuado de forma alegre y generalizada, sin prueba alguna, y les puedo asegurar que han hecho mucho daño.
    El defender los derechos de unos no ha de implicar el insulto y el menosprecio mostrado a otros. Que carguen contra la administración o contra el partido político del poder es una cosa, pero cargar sobre otro grupo de trabajadores los convierte a ellos también tiranos, acercándolos a las posturas dictatoriales que ellos mismos quieren denunciar.
    Afirmar que todos los trabajadores de esos 20.000 son enchufados es como afirmar que todos los funcionarios de la Junta de Andalucía lo son por haber aprobado limpiamente un examen de acceso. Se trata en ambos casos de afirmaciones imposibles.
    Ahora rsulta que quieren imponer que la única forma de acceso a la administración pública sea por oposición libre. ¿Cuántos funcionarios lo son por el concurso de méritos? ¿Cuántos funcionarios lo son habiendo aprobado limpiamente una plaza en oposición libre? ¿Cuántos funcionarios no han sido "ayudados" por sus contactos de la administración?

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  2. Cada vez estoy más covencido que Griñan y los suyos creen que el cortijo andaluz es suyo y que sus jornaleros y mayordomos deben ser de los suyos. Están haciendo un flaco favor al PSOE andalúz y que muchos de sus votantes por el decretazo irán en su contra en las proximas elecciones.

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